martes, 31 de octubre de 2017

Niños matones del parque

Esto podría pasar un día cualquiera en el que decides llevar a tu peque al parque.

Después casi dos años pegada a mi Pituxenca al fin puedo comenzar a disfrutar de los bancos del parque (aunque aún no de una manera constante).

Así que llegamos y cojo posición en mi asiento de piedra sin respaldo bajo el sol abrasador (no valoran nada nuestra comodidad...).

Mi Pituxenca que se coge sus dos muñecos y los sube al "columpio de bebés" y se dispone a empujarlos para que sus muñecos (que no pierden su inexpresión por muy alto que lleguen) disfruten a tope.




Aquí su madre, o sea yo, me mantengo sentada en mi comodísimo banco de piedra procurando no quedarme ciega con el rayo de sol que me da directamente en la pupila izquierda. Mientras, no pierdo detalle de lo que hace la niña. Empuja columpio - sonríe - empuja columpio - para - empuja columpio - vivaaaaaa- empuja columpio - ríe.... y así se mantiene de manera indefinida. 

Y de pronto asoma la primera "matona". La hueles, porque tienen un olor distinto, un aura negra que los rodea, una cara de "aquí estoy yo" que cuidadito con ellos.

Y le ha tocado a la Pituxenca esta vez. Le coge el columpio y le susurra algo que no alcanzo a oír. Mi hija que le dice: "Estaba yo". La niña, de unos ocho años y muy larga ella, que agarra con más fuerza el columpio y mi hija queriendo recuperar el mismo y sus dos muñecos que siguen sentados en él.

Ya veo que se va de las manos el tema y por mucho que busco a la madre de la otra niña no la veo por ninguna parte....

Me levanto y me acerco. Intento intervenir lo menos posible en las cosas de los niños porque entiendo que tienen que aprender a resolverlas solos pero a veces no queda más remedio que meterse.

- ¿Qué pasa aquí?.
Niña que me mira y me dice:
- Que me quiero montar yo
- Bueno, pues hija, te toca salir que sabes que tienen preferencia los niños a los muñecos.

Y mi hija, sin más, retira sus muñecos para que la niña pueda comenzar su contorsionismo para conseguir deslizarse (sin romperse ningún hueso) a un asiento de bebés que le quedó pequeño hace como poco cinco años.




No, yo no necesitaría intervenir si la niña, en vez de ir de matona justiciera por la vida, le hubiese pedido a mi hija que le dejase montarse a ella, porque mi hija lo entiende, como casi cualquier niño que razone mínimamente.

Yo, por curiosidad, sigo buscando a la madre de esta individua y, cuando al fin la localizo, la veo arreglando el mundo en la cafetería que está cerca del parque, pero sin ni siquiera mirar de refilón al mismo.

Mientras, el niño que lleva media hora abriendo sin descanso la fuente de agua y metiéndose todo él debajo, incluídas las sandalias de piel, sigue a remojo sin que ningún adulto familiar le explique que el agua no se debe desperdiciar así y que la fuente es para beber solamente.




Me da la mala solo de verlo y decido preguntarle dónde están sus papás y me señala al bar... Otra vez...

Mi peque que decide irse al tobogán y después de estar un ratito subiendo y bajando feliz de la vida  aparece el siguiente matón y decide plantarse en la rampa de bajada del tobogán y no moverse de allí. Porque no, porque no le sale de las narices y punto. Que va a merendar ahí y que no se mueve hasta que no acabe... 

Yo de verdad que no doy crédito. 
-Mira nene, ¿tu papá o tu mamá dónde están?... 
- Mi mamá está allí. Y señala a  un banco en el que la madre está de espaldas a él y ni una sola vez se gira para mirarlo...

Ya malhumorada le digo a mi hija que mejor nos vamos a casa porque hace mucho calor y es que, ¿cómo le voy a explicar a mi hija que nos vamos del parque porque está lleno de niños maleducados con unos padres que no están allí para ponerles límites y a su vez que me hace entender que los niños sean como son?.  

Y al día siguiente, cuando mi peque me pide ir al parque y por supuesto que la llevo, me encuentro nada más llegar al mismo niño metido debajo de la fuente, mojado de nuevo hasta los pies, mientras la misma niña matona de ayer acosa a otro niño para que le deje, esta vez, el balancín verde...






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lunes, 16 de octubre de 2017

Arde Galicia

Hoy no he desayunado. No soy capaz de llevarme nada a la boca.

Tengo las luces encendidas porque el humo no deja pasar la claridad y no termina de ser de día.

Tengo las ventanas cerradas. Hoy mi casa no se ventila. No es viable ni pensarlo.




Tengo el corazón dividido. Dividido entre la empatía hacia esas personas que esta noche no han podido dormir en sus casas.

Empatía por esas personas a las que ayer les cogió el fuego en la autovía y vieron sus vidas pasar por delante recordando lo vivido hace tan poco en Portugal.

Empatía por esas personas que se echaron a la calle a luchar contra el fuego.




Empatía por esas personas que no pudieron pegar ojo esta noche pensando que el fuego quizás llegaría a sus casas, mientras sus hijos dormían plácidamente en sus habitaciones sin saber lo terrible de la situación.

Empatía por esa gente fallecida por el fuego.




Empatía por mi tierriña. Porque me la están quemando. Porque oigo sirenas y veo coches de policía a toda mecha. Porque según avanza la mañana esto está más y más oscuro y más y más lleno de humo.

Empatía porque ayer iba pasando el día sin presagiar ni de lejos cómo iba a terminar, con tanta desolación y amargura en el alma de tanta gente.

Y odio. Odio visceral hacia todos aquellos que han provocado esto. Siento un odio terrible, difícil de callar, que quiere salir de mi boca en forma de grito desgarrador.

A esta gente les han enseñado a ser así, me dicen. Desde pequeños los educan en que los incendios son buenos, crean puestos de trabajo y saben dónde deben plantar fuego para hacer el daño necesario.

Más de 25 incendios provocados en la noche del sábado al domingo. Lo siento, no puedo empatizar con esta gente. Ni con quien los educó así. No creo que haya castigo suficiente en tres vidas para pagar todo el terror y daño provocados. 




Y siento un odio voraz por esa otra gente que aprovechando los incendios se dedicaron esta noche pasada a crear nuevos focos.

No quiero tener que presenciar esto de nuevo, a ser posible, en lo que me reste de vida.

Ahora, en este momento, mis deseos sólo se centran en que llueva. Y la lluvia no aparece. Y nos estamos quedando sin nuestro verde. Sin nuestros montes. Sin nuestros animales...

No quiero que mi hija note en mi cara la frustración y la pena, el duelo que estamos viviendo mientras esperamos un milagro mirando al cielo que no podemos ver.  Sólo quiero llorar...

#ArdeGalicia 






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viernes, 6 de octubre de 2017

Periodo de Adaptación. ¿Si o no?.

Pues ya ha comenzado el colegio y también las escuelas infantiles y en prácticamente todas ellos va de la mano el periodo de adaptación, la tortura de muchos padres.

Yo estoy muy a favor de este periodo de adaptación, sobre todo en el primer curso de colegio.






¿Por qué lo veo necesario?

➜ Comienzan en un sitio nuevo, con compañeros nuevos y nueva persona al mando.

➜ Tienen que ir entendiendo las normas y costumbres del lugar. La forma de jugar, y los procedimientos establecidos para cada uno.

➜ Tienen que decirle a una persona que no conocen de nada que tienen que ir al baño y quizás pedirle ayuda. 

➜ Tienen que adaptarse a horarios y quizás a no comer en casa por primera vez.

➜ Muchos niños viven por primera vez la separación de sus mamás o papás y esto es duro para ellos.



¿Cuáles son los inconvenientes de estos periodos de adaptación?.

➜ Los padres que trabajan tienen que hacer encaje de bolillos para poder ir todo el tiempo a llevar y recoger a sus mochuelos.

➜ Hay niños tan extrovertidos y abiertos que no necesitan adaptación.

Para mí aquí se acaban los contras, que son más por los padres que por los propios niños.





Hay algunos colegios que no tienen periodo de adaptación, motivo por el cual en nuestro caso quedaron descartados.

Está claro que cada uno conoce a su hijo y sabe qué es lo que necesita. Y también está claro que no existe el cole perfecto que tenga todo lo que queramos. En su día hice una guía de cómo escoger colegio (puedes consultarla aquí) en la que explicaba en líneas generales qué debemos tener en cuenta para decidirnos por uno u otro.

Desde mi punto de vista, creo que aunque tengamos un niño muy maduro, independiente y que se desenvuelva en cualquier lugar y situación, el proceso de comenzar el colegio no debe hacerse "a lo bruto" y es mejor ir poco a poco, que vean dónde van a ir, que va a ser así los próximos años, cómo deben comportarse y que esto no es algo puntual, que es su trabajo, como papá y mamá también se van al suyo (sea cual sea el suyo). Y si a nosotros nos cuesta y nos pone nerviosos el comenzar en un nuevo trabajo, nos llega a quitar el sueño la noche antes incluso, cuánto más a ellos que son pequeños y no saben expresarse ni contarnos sus miedos e inseguridades con soltura. 




¿Vosotros qué opináis de los periodos de adaptación?. ¿Son un engorro o lo mejor que os ha pasado en la vida?.


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miércoles, 20 de septiembre de 2017

No puedo con mi vida

He leído algún estudio que dice que las mamás de más de 30 años son más tolerantes, pacíficas, tienen hijos más inteligentes y blablabla...

¡No puedo con el culo!. Estoy agotada. Tengo 37 años y una niña de casi 3 que "es mayor" para nada y muy pequeña todavía para todo.

Muy buena, muy responsable pero no para. ¡No para!. Y es agotador. Seguro que muchas me estáis leyendo y pensando: "ja, eso es que no conoces al mío".  Pero es que al final cada uno habla de lo que sabe y yo saber, poco y de la mía.




Sólo puedo apiadarme de las pobres madres (y padres también) cuyos hijos no duermen de noche bien con el paso del tiempo, que los hay, doy fe, porque si me quitasen ese único momento del día en el que descanso de manera profunda creo que moriría.

Y es que desde que mi pimpollo decidió que era mayor y quería dormir en cama de mayores, conllevó la pérdida de la siesta, pero sólo en mi casa, que cuando vamos a algún sitio donde hay cuna, duerme a pierna suelta más de dos horas (quien los entienda que los compre...).




Total, que me veo con una niña que se levanta enérgica y que no pierde batería según pasa el día. Su frase favorita es "juega conmigo" después del consabido "soy mayor", no lo olvidemos. Y aquí la menda, derrengada con un trancazo del quince que no da ni respirado corriendo con el conejito duracell que me tocó por hija y sin siesta intermedia para reponer energía (reponer energía yo, no ella). 

Así llegamos a la noche y ella cae redonda, pero yo voy detrás y es que como decía al principio... ¡No puedo con mi vida!. 




Sólo cuento los días para que empiece el colegio por la tarde y poder tomarme la vida con más calma.

¿Cómo son vuestros hijos?. ¿Os dan cancha u os dejan sin pila?.





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martes, 5 de septiembre de 2017

Mascotas en casa. ¿Quién es más animal?

Cuando me arrejunté con el Santo cada uno de nosotros aportó su animalillo. Él a su maravillosa gata que tanto quisimos y yo a mi linda cobaya peluda que era un amor.

Misteriosamente, y no sabemos porqué, ambos animales se llevaron a la perfección desde el principio.




Tanto es así que nunca cerrábamos la jaula de la cobaya (Apu se llamaba) porque siempre estaba asomada mirando a la gata (Tuxa se llamaba) que la estaba buscando para tumbarse a su lado.

Sorprendente y maravilloso el mundo animal que tantas lecciones nos da a veces.


Apu


Apu un día, después de 6 años conmigo y 1 con nosotros, se puso malito y acabó muriendo.

Tuxa la primera noche sin él nos llevaba hasta donde siempre estaba la jaula y maullaba, como preguntándonos dónde estaba.


Tuxa


De madrugada nos despertaron los maullidos lastimeros. Ella también estaba triste, había perdido a su  amigo.




Y el tiempo pasó y llegó a casa nuestra hija. Al principio Tuxa notó muchos desplantes hacia ella ya que estábamos tan volcados en la pequeña que no podíamos dedicarle toda la atención que quería pero bueno, hacíamos lo que podíamos.

La relación entre gata y niña pasó sin pena ni gloria hasta que la peque tuvo aproximadamente los dos años que sí empezó a mostrar más interés por la gata.

Pero para colmo de males Tuxa ya estaba malita y se nos estaba muriendo.

En sus dos últimos meses ya no interactuaba mucho con nosotros, pero tampoco huía de la peque, con lo que la misma, aprovechaba para jugar "con ella" todo lo que no había podido hacer antes ya que la gata no tenía ni ganas de escapar ni corría como antes.

Y llegó el día que nuestra gata se fue al cielo de los gatos. Y nuestra peque, quizás por el poco tiempo real de interacción que habían tenido, tampoco preguntó apenas por ella.

Otra cosa fue el Santo, que no levantaba cabeza. Tuxa había estado con el 16 años y conmigo 7, y esto hacía que la echásemos muchísimo de menos.

Un par de meses más tarde empecé a pensar en traer otra gatita a casa. Necesitábamos cubrir el hueco que Tuxa había dejado. Un hueco enorme.

Y al final a escondidas de mi marido y como sorpresa para él traje a una bolita de pelo que mi peque bautizó con el nombre de Miga.




Y ya nada fue igual. Pasamos a tener dos niñas pequeñas en casa.

A la semana de estar Miga en casa y ya adaptada a su nuevo hogar empezaron a interactuar a lo loco entre ellas. Jugar al escondite, carreras por la casa, jugar a la pelota... Para todo está Miga y para todo se presta.

La veterinaria la ha catalogado como un gato-perro y es que siempre va a nuestro lado.

Para todo hay que tener suerte y una vez más, en lo que a mascotas se refiere, así ha sido. Nos ha tocado un animal bueno y dulce. Le hace un montón de compañía a mi hija y juega con ella un montón.

Y si hablamos de paciencia... la mezcla de animal bueno y niña de 2 años y medio es explosiva. Le tira del rabo, la coge en colo cuando está comiendo, la despierta cuando duerme... Le hace todas las maldades posibles y aún así, la gata se desvive por ella.




Y, ¿por qué tener un animal en casa?, estaréis preguntándome.

Mi hija se encarga de vigilar que el comedero y el bebedero de la gata siempre estén llenos y se preocupa siempre de ello. La hace sentirse útil.

Un animal ayuda a aprender responsabilidades a los niños (y a algunos adultos). También les hace compañía (a ellos y a nosotros) y les ayuda a compartir, al menos en nuestro caso, Miga quiere todo lo que tiene la peque.

También viene de fábula para facilitar la socialización y para expresar emociones.

En el caso de los perros, al tener que sacarlos, nos ayuda a realizar más actividad física.

Si tenéis espacio y tiempo para dedicarles, poned una mascota en vuestra vida. Hay una cantidad de perros y gatos abandonados enorme que nos necesitan y, como en nuestro caso, lo que nos reporta es superior a lo que sacrificas por ellos.

Hay multitud de sitios donde adoptar, no sólo en las protectoras.

Aquí os dejo enlaces de Facebook de grupos en Ourense que se encargan de las adopciones, pero seguro que en todas las ciudades los hay. Si pincháis en cada uno os llevará a su perfil.

Gatos en Adopción en Ourense

Mundo de Perros y Gatos de Ourense

Patrulla Callejera - Ayuda Animales Ourense

Progape Ourense


Y podría seguir con mil más. Sólo tenéis que poner en el buscador de Facebook el animal (perro, gato...) y la ciudad y ya os saldrán un montón.

Ellos nos necesitan y tienen mucho que ofrecernos.

Importante, por último, es saber que si dais el paso, un animal es para toda la vida. No lo abandoneis, recordad: "Ellos nunca lo harían".







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martes, 29 de agosto de 2017

Nuestra operación pañal nada idílica parte 2

Ya os comentaba en la primera parte de este post (puedes leerlo aquí) que no fue nada fácil que mi hija pillase el tema del orinal.

Pues tardé un mes entero a mayores en que empezase a pedir la caca y a hacerla donde debía.

Empecé vigilándola (ella no tenía una hora en concreto) y cuando veía que se escondía o que empezaba a "empujar" la cogía corriendo y la sentaba en el orinal de manera que fue entendiendo dónde se hacía y qué pasaba.




Y a veces con más aciertos y muchas más veces con más fallos fuimos tirando. 

Al pasar ese mes comenzó al fin a avisar de que tenía ganas y a día de hoy ya entiende que "le duele la barriga" cuando tiene ganas de ir al baño... Qué asociaciones tienen a veces...

Y una vez cada par de semanas tenemos un retroceso en las cacas de un día o dos pero luego es de nuevo un paso hacia adelante.

Hemos tardado alrededor de dos meses y medio en tener el tema finiquitado y controlado (sin contar el pañal nocturno que ya es otro tema) y me doy por satisfecha.

Lo único a día de hoy que puedo recomendar a los que vayáis a vivirlo es que os arméis de paciencia.




Que sí que hay niños que en dos días lo controlan pero no es lo normal aunque son las experiencias que más nos llegan y que hacen que pensemos que esto es coser y cantar.

Que si eres de los que viven algo similar a nuestra operación pañal te vayas de casa a airearte, correr o gritar cuando en algún momento la situación te supere (si vives lo que yo, sucederá). 




Lo importante es que los peques no vivan un proceso traumático porque somos muchas veces nosotros los que les imponemos esta retirada del pañal sin que ellos estén preparados. Y es que aún encima queremos que lo hagan en dos días y sin ensuciar y que ya pidan ellos por voluntad propia al tercero, y esto no es así.

Así que si nos frustramos y nos cabreamos tened claro que ellos no tienen la culpa, que es un proceso y que lleva su tiempo. Que hay que tener constancia, animar mucho, premiar más y nunca enfadarse o reñirlos.

Y que si estáis leyendo esto, buscado información porque estáis pasando algo similar o vais a empezar con el tema sólo recordad:

"Sois unos padres maravillosos, estáis buscando la forma de hacerlo lo mejor posible y debéis armaros de paciencia y cariño. Vosotros podéis. Al final lo recordaréis entre risas aunque puede que el proceso os provoque más de una lágrima".





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miércoles, 2 de agosto de 2017

Bexsero: la tercera dosis. Nuestra experiencia

Después de nuestra terrorífica experiencia con la primera dosis del Bexsero (puedes leerla aquí) mencioné en mi página de Facebook que la segunda dosis pasó sin pena ni gloria (estaba un pelín angustiada por cómo le iba a sentar).

Un año después (la primera vacuna fue con año y medio por lo que eran tres dosis) le hemos puesto la tercera dosis de la vacuna y puedo decir que... ¡ha sido terrible!.


Vía Boticariablog.wordpress.com


Para empezar, como no soy enfermera no sé cuál es el criterio para vacunar a unos en brazos y a otros en piernas. Entiendo que debe ser por la masa muscular, que será mejor pincharlos donde tengan más.

Pero un niño de dos años y medio vacunado en una pierna es es infierno en vida.




La mañana de la vacuna fuimos a ponerla ya con el Apiretal en el estómago (más vale prevenir...) y después de la inyección nos fuimos al parque. 

Cuando la levanté de la siesta fue cuando se hicieron notar sus efectos.

La primera reacción fue ese mismo día. Una cojera tremenda. Le duró tres días de manera notable y luego se fue atenuando.

Una llorera impresionante. Le dolía tanto la pierna que no podía ni caminar. A esto me refería con mi divagación anterior del criterio para vacunar en la pierna a una niña de esta edad porque la incapacitan mucho más que si la vacunasen en un brazo.




Ardía. La tocabas y casi quemaba, pero luego la mirabas con el termómetro y no tenía ni febrícula.

Irascible. Estaba que saltaba a la mínima. No quería moverse (porque sino la pierna le dolía) y si decías algo que no le apeteciese escuchar tenías su llanto asegurado.

¿Qué hicimos al respecto?. Tanto ese día como sobre todo el siguiente notamos que cuando la pierna se ponía en movimiento y los músculos entraban en calor le dolía menos y al cabo de un ratillo dejaba de cojear, así que intentamos que se moviese lo máximo posible que le permitía su humor.

También fuimos íntimos amigos del Apiretal durante tres días.

Por el resto, salvo la primera tarde, conseguimos hacer vida totalmente normal.

Esta vacuna, ya finiquitada por parte de mi pequeña, para mí ha sido un tormento, y no sólo hablo de su precio y de que no la cubra la seguridad social siendo tan importante y consiguiendo con ella evitar una enfermedad muy peligrosa. Los efectos secundarios de la misma, que si te pones a relativizar no son nada importantes, dejan en jaque a la mayoría de los niños al menos un par de días.




Pero bueno, las vacunas son nuestras amigas. Para mí no hay opción a NO ponerlas. Las vacunas salvan vidas.

Los efectos secundarios son males menores que, si quisiesen, las casas farmacéuticas podrían estudiar la forma de conseguir que no se padeciesen, pero ese ya es otro cantar y una guerra difícil de conseguir.




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