jueves, 14 de enero de 2016

Cuando se estropea OTRO cacharro electrónico

Pues sí, que sigue mi mala racha.
Después de enterrar mi e-reader, ahora le ha tocado el turno al móvil, sólo 7 meses después de estrenarlo ha pasado a mejor vida.
¿Cómo es posible? .

Pues en parte por mis manos de mantequilla y en parte porque la patatita lo utilizaba de arma arrojadiza, entre la una y la otra, lo hemos estropeado, pero tanto tanto que no hay garantía que lo cubra.

Bien podría ser mi móvil (foto cogida de internet)



Y aquí es donde entra el juego El Santo, que inmediatamente decidió que quería comprarme otro, y yo, aplaudiendo con las orejas, jajaja.

Pero el dilema está en cuánto es lo moralmente establecido en un móvil al alcance de un bebé de 13 meses. Es que cuando te descuides, lo hará papilla.

El Santo quería uno potente, para que pudiese utilizarlo a tope, pero yo, que soy como la virgen del puño, me negué a comprar un móvil de 300€, como que no está la economía para estas cosas.

Y así, acabó en mis manos la tercera generación de Motorola Moto G.



Yo venía de Sony así que, aunque ambos tienen el mismo sistema operativo, sí hay diferencias tangibles entre ambos.

Me ha costado un poco acostumbrarme, pero ahora estoy más feliz que una perdiz con mi nuevo móvil.

Espero que por mucho tiempo si consigo que la patatita no le ponga las manitas encima.

¿Cómo lleváis vosotros vuestros móviles y los peques? ¿O vuestros móviles y los perros?, por ejemplo, que también los hay...

miércoles, 6 de enero de 2016

Giros extraños

A veces la vida da giros que se te escapan de las manos.

Hoy es día de Reyes, debería estar en el suelo con mi patatita y el Santo abriendo regalillos, y aquí estoy, en el sofá, con el ordenador, escribiendo esto.



Y es que sólo hace dos días que planeaba ir a la cabalgata de los Reyes Magos con mi familia, mi patatita, mi Santo, mis padres, mi cuñada... Primera cabalgata de mi patatita, porque el año pasado tenía un mes y no procedía llevarla...



Pues eso, ahí estaba yo, teléfono inalámbrico en mano, movilizando a mi familia, ¿lloverá? ¿no lloverá?, ¿a qué hora quedamos?, "terminamos de concretar mañana viendo el tiempo" fue como despedí mis conversaciones telefónicas.

Y así amaneció el día 5, teléfono en mano, como un cubo de agua en toda la cara a las 7 de la madrugada. La abuela murió. ¿cómo? ¿por qué?. Bueno, el porqué  estaba claro, sus muchos años y vaya, con sus achaques y sus cosas. Vamos, que le tocaba.

En mi casa, mi madre nos ha inculcado los Reyes Magos como la fiesta del año. Es tan importante, que hasta a mis treinta y tantos me sigue costando dormir la noche antes ilusionando.

Así que, ni cabalgata, ni reyes, ni leches. Ya sabéis lo que toca en estos casos, no os lo voy a explicar, mucha pena, mucho bajón y estar al pie del cañón.

Van a ser los Reyes más diferentes de mi vida. Hoy es un día de extrañar para mí, no extrañar los regalos, porque al fin, hoy lo veo de otra forma, sino de extrañar a la abuela. A mi abuela andaluza que siempre exageraba y que después de mil años en Ourense no perdió su acento. A mi abuela andaluza sincera donde las haya que nunca se cortaba un pelo en decirte lo gordísima que te habías puesto. A mi abuela andaluza a la que los años le habían hecho mella y se había vuelto una sensiblera y llorona cuando antaño jamás recordé verla verter una lágrima. A mi abuela andaluza, tan distinta a las abuelas gallegas, a la que no recuerdo que te llenase el plato siete veces. A mi abuela, a fin de cuentas. Hoy mi post, va para tí. Porque esperaba estar haciendo la comida de Reyes con la familia y, contigo. Y hoy estaré contigo, pero de otra forma.

Muchos besos. Y como dice mi amiga Elisa, ahora hay otra estrella que brilla ahí arriba.

lunes, 4 de enero de 2016

Cuando se estropea un cacharro electrónico

Desde bien pequeña me han inculcado la lectura. Recuerdo, como en las pelis, cuando me mandaban dormir y me escondía debajo de las sábanas con mi libro del momento y una linterna, ¡qué asfixia por dios!.

Han pasado los años y he descubierto que para mí los libros son mis joyas, mis tesoros que saboreo y luego guardo en mi estantería/biblioteca que hice para ellos, su joyero.



De pronto, comencé a oír hablar de los e-reader, libros electrónicos, y yo no apostaba por ellos, "se pierde la magia del libro", decía. Y seguía con mi libro de 500 páginas debajo del brazo o en el bolso, porque a mí siempre me acompaña un libro.

El Santo (mi marido para los que aún no lo conocéis) comenzó a hablar de nuevo de los e-readers, en concreto de Kindle, y, así fue como se lo encargué a los Reyes Magos esas mismas navidades. Su cara fue de sorpresa mayúscula, y, a día de hoy, 5 años después, sigue diciendo que fue uno de los regalos más chulos y que más ilusión le hizo de su vida.

Y así fue como lo probé yo. Sí, caí en la tentación, él tenía un libro en ese artilugio que yo quería leer, así que me lo prestó... Y ya no hubo vuelta atrás. Diez meses después me hacía yo con otro Kindle.

Me diréis, se pierde la magia, totalmente de acuerdo. Mi estantería/biblioteca, mi joyero, vaya, dejó de llenarse de joyas, ahora rara vez compramos un libro en formato papel. Pero, ¡¡¡es que es tan cómodo!!!.



Además, nos queda la patatita, que ahora empieza a recibir libros, tanto por parte de sus padres como a petición de los mismos, que ojalá también considere sus joyas, y que guardará en ese maravilloso joyero que hicimos para ellos. En su caso, sí pasarán algunos años hasta que caiga en sus manos un formato electrónico, o quién sabe si existe cualquier otra innovación en ese momento, mientras tanto tiene que aprender a olerlos, tocarlos, sentirlos... A entender su magia.

Y porqué escribo este post tan ñoño, os estaréis preguntando.... Pues porque esta noche pasada, la pantalla de mi kindle, después de tres años y tres meses, ha medio muerto. Ha dejado de funcionar la parte de abajo de la pantalla, por lo que no puedo leer las últimas líneas de absolutamente nada. Vaya, mi Kindle ha pasado a mejor vida. Creo que la patatita ha tenido algo que ver, porque siempre lo coge y juega a abrir y cerrar la tapa de su funda... En algún momento seguro que se dio algún golpe que le hizo un daño más contundente. Y reconozco que me he llevado el disgusto de mi vida. Lo sé, sí, es sólo un objeto, pero es mi compañero, mi fiel amigo que siempre está ahí conmigo. Y tardaré 4 días en recibir un sustituto, ¡4!. 


Ahora me toca readaptarme a la nueva generación, con pantalla táctil, con lo feliz que era yo con mis dos botoncitos de página siguiente y página anterior...


Lo peor de todo es irse a dormir sin desconectar un mínimo de 15 minutos y meterte en la historia de cada momento. Ahora estoy leyendo Cicatriz, por cierto, muy recomendable, una historia que te mantendrá en vilo al menos hasta más de la mitad del libro que es lo que yo llevo leído.

¿Vosotros también sois adictos a la lectura?