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miércoles, 2 de agosto de 2017

Bexsero: la tercera dosis. Nuestra experiencia

Después de nuestra terrorífica experiencia con la primera dosis del Bexsero (puedes leerla aquí) mencioné en mi página de Facebook que la segunda dosis pasó sin pena ni gloria (estaba un pelín angustiada por cómo le iba a sentar).

Un año después (la primera vacuna fue con año y medio por lo que eran tres dosis) le hemos puesto la tercera dosis de la vacuna y puedo decir que... ¡ha sido terrible!.


Vía Boticariablog.wordpress.com


Para empezar, como no soy enfermera no sé cuál es el criterio para vacunar a unos en brazos y a otros en piernas. Entiendo que debe ser por la masa muscular, que será mejor pincharlos donde tengan más.

Pero un niño de dos años y medio vacunado en una pierna es es infierno en vida.




La mañana de la vacuna fuimos a ponerla ya con el Apiretal en el estómago (más vale prevenir...) y después de la inyección nos fuimos al parque. 

Cuando la levanté de la siesta fue cuando se hicieron notar sus efectos.

La primera reacción fue ese mismo día. Una cojera tremenda. Le duró tres días de manera notable y luego se fue atenuando.

Una llorera impresionante. Le dolía tanto la pierna que no podía ni caminar. A esto me refería con mi divagación anterior del criterio para vacunar en la pierna a una niña de esta edad porque la incapacitan mucho más que si la vacunasen en un brazo.




Ardía. La tocabas y casi quemaba, pero luego la mirabas con el termómetro y no tenía ni febrícula.

Irascible. Estaba que saltaba a la mínima. No quería moverse (porque sino la pierna le dolía) y si decías algo que no le apeteciese escuchar tenías su llanto asegurado.

¿Qué hicimos al respecto?. Tanto ese día como sobre todo el siguiente notamos que cuando la pierna se ponía en movimiento y los músculos entraban en calor le dolía menos y al cabo de un ratillo dejaba de cojear, así que intentamos que se moviese lo máximo posible que le permitía su humor.

También fuimos íntimos amigos del Apiretal durante tres días.

Por el resto, salvo la primera tarde, conseguimos hacer vida totalmente normal.

Esta vacuna, ya finiquitada por parte de mi pequeña, para mí ha sido un tormento, y no sólo hablo de su precio y de que no la cubra la seguridad social siendo tan importante y consiguiendo con ella evitar una enfermedad muy peligrosa. Los efectos secundarios de la misma, que si te pones a relativizar no son nada importantes, dejan en jaque a la mayoría de los niños al menos un par de días.




Pero bueno, las vacunas son nuestras amigas. Para mí no hay opción a NO ponerlas. Las vacunas salvan vidas.

Los efectos secundarios son males menores que, si quisiesen, las casas farmacéuticas podrían estudiar la forma de conseguir que no se padeciesen, pero ese ya es otro cantar y una guerra difícil de conseguir.




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jueves, 2 de febrero de 2017

Mi hija está enferma por culpa de tu hijo

Cuando decidí meter a mi hija en la guardería (mi manera de pensar no variará el día que la lleve al cole) siempre fue con la premisa de que si la peque se encontraba mal, tenía fiebre o algo contagioso, no iría bajo ningún concepto. Se quedaría en casa que es donde debe estar.

Pero lo que yo no puedo entender es que si yo lo tengo tan claro, ¿cómo es posible que otros papás no lo vean así?.

Mi hija acaba de salir de su última enfermedad, cortesía de un compi de la guarde, o más bien de sus padres, que sabiendo que contagiaba, lo llevaron igualmente.




Y cuando veía a mi niña llorando de lo mala que estaba me llevaban los siete males. No logro entender qué pasa por las cabezas de esos padres.

Si mi hija está mala, se queda en casa.

Si mi hija puede contagiar una enfermedad, se queda en casa.

Si mi hija tiene febrícula o fiebre, por muy bien que se encuentre, se queda en casa.

¿Que trabajo?, me pido el día. ¿Que yo no puedo?. Pues que se lo pida su padre. ¿Que él no puede?, pues un abuelo, un tío o un amigo. Pero desde luego los demás niños no tienen que contagiarse por culpa mía.

He sabido de una guardería que ya por necesidad ha llegado a enviar ésto a los papás clientes de la misma:

En este momento aumentan las enfermedades y por lo tanto también los contagios.

Es momento de recordaros cuando NO se debe traer a los niños a la escuela.

En los últimos días y especialmente hoy, vinieron muchos niños a la escuela con diarrea.

Las diarreas son enfermedades contagiosas producidas por un virus, bacterias o protozoos. Se debe dejar pasar un mínimo de 48 horas desde que el niño haga su última deposición diarreica para volver a la escuela.

No pueden venir a la escuela con diarrea. Una cosa es hacer una deposición "suelta" puntualmente y otra son varias seguidas o durante varios días, en este último caso no deben venir hasta que estén bien.

Lo mismo hay que hacer en el caso de vómitos por gastroenteritis. 




Aunque sabemos que la conciliación laboral y familiar no és fácil, apelamos a vuestra responsabilidad para lograr el bienestar de los niños/as con el objetivo de que cuando estén enfermos reciban los cuidados en casa y no contagien a otros niños porque siempre nos ponemos en el punto de vista de que "mi hijo se contagió en la Escuela" y no pensamos que fue nuestro hijo el que contagió a otros.

Sabéis que la escuela NO es un servicio de atención exclusiva a un niño/a y cuando están malitos no es un lugar cómodo para ellos. 

Esto mismo se aplica a infecciones respiratorias, conjuntivitis, fiebres, enfermedades de la piel, etc, que no deben venir hasta que estén totalmente curados y sin ningún síntoma.

Gracias por comprenderlo.

Me alucina que tengan que escribir esto a los padres, pero lo que más me fascina es que nosotros los padres, con la mitad de esos síntomas, nos quedaríamos en casa y en cama seguramente.




¿Por qué no pueden quedarse los niños en casa que es dónde deben estar cuando están malos?.

¿Tan egoístas somos que sólo vamos a lo nuestro?.

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miércoles, 18 de enero de 2017

Enfermedad de la Bofetada o Quinta enfermedad

En esta casa estamos probando todos los cuadros víricos posibles.

Si la semana pasada tocaba la Herpangina (infección que provoca úlceras o llagas en la boca y garganta), esta semana estamos en fase de prueba de la Enfermedad de la Bofetada o Quinta enfermedad.

Os estaréis preguntando de qué va este virus porque muchos seguramente nunca habréis oido hablar de ella. Yo la conocí a través de mi amiga Violeta que me relató y me enseñó a través de fotos cómo era tan detalladamente que, aunque siempre digo que no soy médico ni lo pretendo, supe diagnosticarla la primera tarde.

Es una enfermedad infecciosa, muy contagiosa en fase de incubación, pero cuando ya se presentan los signos de la enfermedad no hay peligro alguno.

Aunque os pongo al principio un link que os lleva al diagnóstico de esta enfermedad os voy a relatar cómo la vivimos nosotros, ya que en muchas cosas no tiene nada que ver.

El sábado por la tarde hizo una caca bastante sueltilla (lo siento, no hay forma de decir estas cosas de manera más fina) y a la noche nuestra peque se despertó de madrugada vomitando. Pensábamos si sería un corte de digestión.

El domingo fue totalmente normal, salvo una de sus cacas que fue como la del día anterior.

El lunes a la mañana no tenía ningún síntoma pero, cuando la levanté de la siesta observé que a la altura de sus pómulos tenía la piel levemente hinchada y tenía rojeces. Mi cabeza se fue automáticamente a las palabras de Violeta ya que recordaba las imágenes que me había mandado, aunque no cumplía totalmente el patrón.




Como no observaba nada más, la llevé a la guardería igualmente, con la condición de que si su profe observaba algo más de hinchazón me llamaría y me la llevaría al pediatra.

Como no me llamó, bajé la guardia, pero cuando la fui a recoger ya observé que la hinchazón se había unificado y aparentemente desaparecido pero tenía ambas mejillas totalmente rojas, casi fosforitas y ya no me cupo ninguna duda.

Esa noche vomitó de nuevo, y ya estaba totalmente descompuesta. Empezó a tener febrícula.

El martes la llevé a su pediatra que me confirmó lo que yo creía y resolvió mis dudas al respecto.

Aunque hay síntomas generales, hay a personas a las que sólo les da calor extremo en las mejillas junto con la rojez y nada más. Otras presentan dolores musculares. Otras, fiebres muy altas. En muchos, luego se propaga al resto del cuerpo la rojez.

En cada persona, este parvovirus avanza de manera distinta.

A mi peque le ha producido:

👉 Diarrea que, como es provocada por un virus (dicho por mi pediatra), debe llevar una dieta normal, sólo acompañar de un poco de suero después de cada caca (no recuerdo cuántos bodys he tenido que lavar en estos tres días, perdí la cuenta al noveno).

👉Rojez extrema en ambas mejillas con aumento de temperatura en las mismas (si las tocabas, tenías sensación de que quemaban). Que se va atenuando al paso de los días.

👉Febrícula el primer día, después de su manifestación.

👉Falta de apetito, pero no es extraño porque cuando estamos malos, no solemos tener hambre.

👉Vomiteras con nocturnidad y alevosía (pero día sí día no, para no molestarnos tanto y que le de tiempo a los sacos de dormir a secarse).

👉Empiezan a apreciárseles rojeces en la zona de las nalgas, barriga y parte de los muslos.

Para todo ello, he empezado a darle probiótico, para intentar acortar el tiempo de diarrea (recomendado también por nuestra pediatra). Éste concretamente, que es muy fácil de administrar.




Administro Apiretal a la hora de dormir un par de días para que no tenga molestias que no la dejen sucumbir a Morfeo.

Le echo aceite Rosa Mosqueta para que tenga la piel más calmada, aunque si observase picores cambiaría al de Caléndula.

Y su culo, uffff, lavado tras lavado, pues empiezan a notársele ya las secuelas, como nos pasaría a cualquiera, así que armarse de una buena crema de pañal, y mucho mimo en la zona.

Evitaremos la guardería mientras siga teniendo diarrea, por comodidad ya que hay que lavarla a menudo y cambiarle toda la ropa y, también, porque cuando uno está pocho, no quiere mucha juerga, aunque el parque no lo perdonamos si la climatología lo permite.




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