Mostrando entradas con la etiqueta PARTO. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta PARTO. Mostrar todas las entradas

martes, 29 de noviembre de 2016

Hace dos años. Haces dos años.

Hace dos años, a estas horas ya estabas en mi vida. En nuestras vidas.

Cuando me preguntaban cómo quería que fuese mi parto, decía que me daba igual, que sólo quería que tú vinieses bien y estaba segura de que si me decían que tenía que hacer el pino o me tenían que rajar de arriba a abajo, la verdad es que me importaba un pimiento. Sólo me preocupabas tú.

Ya habíamos sufrido lo nuestro. Sólo sabíamos que te queríamos, y sana. Eras nuestra única preocupación.


No me perdí una clase preparto ni idealicé mi parto. Hasta me reía diciendo que tanto hacer masajes en el perineo y ya verías como al final me hacían una cesárea.

Tenía claro que sí quería epidural, que yo no nací para soportar dolor innecesariamente. Y al final, ni la epidural fue suficiente.

Me desperté la mañana anterior a las 6 de la madrugada porque ya no tenía sueño y había un día maravilloso por delante.




Tu santo padre se empeñó en que fuésemos a urgencias porque perdía un pelín de líquido. Y yo le decía, "es el tapón mucoso seguro"... Pero papá erre que erre con que fuésemos, así que fuimos, pero por darle en las narices, que yo tenía razón.

Estaba de 38+3 y cuando llegamos, en vez de media hora en monitores estuve hora y media. Allá se me iba la mañana con la de cosas que teníamos que hacer...

Cuando al fin nos vio el ginecólogo me dio la razón a mi. Yo la tenía. Era el tapón. Aún así, ya que estaba allí decidió echar un ojo... Y ahí se acabó mi razón. Tenía una fisura y estaba perdiendo líquido.

Vaya, pues a provocar el  parto. Y ahí fue todo muy lento y muy rápido. 12 horas después estabas con nosotros. 

Como en la monitorización no estaba claro si sufrías o no, te hicieron pruebas de PH a través de mi. Yo no sabía qué se hacía exactamente. Hasta días después no lo supe con claridad. Te clavaban una aguja en la cabeza a través de mi. Pero era la única manera de saber si sufrías. Y después de cuatro pruebas, siguió siendo todo tan dudoso... 

Yo ya había dilatado 5 centímetros, pero no sabíamos cómo estabas. Así que en ese momento el ginecólogo me miró y dijo... "no podemos esperar más". Y yo dije, "vale, hacedme una cesárea". 

Y así me llevaron pitando al quirófano. La epidural no me hizo el efecto que debía y me enteré de parte de ese "parto intestinal" por llamarlo de alguna manera.

Sentí cómo se movían dentro de mi, y recuerdo haber gritado de dolor. Tremendo. Luego me desvanecí. Abrí los ojos al oírte llorar.

Te dije, "cariño, no llores, estoy aquí". Y se hizo el silencio. No volviste a llorar más. Te pusieron al lado de mi cara, pero fue tu padre el que pudo hacer el piel con piel contigo.

No me moví apenas en todo ese día, que empezó contigo en mis brazos sobre las 6 de la madrugada cuando volví a despertar. Pero a pesar de no poder moverme no podía borrar la sonrisa de mi cara.

Me habían hecho una cesárea. Inmovilizada, no pude vestirte, desvestirte, darte ningún bibe, ni cambiarte ningún pañal ese día. Nada. ¡Pero fui tan feliz!. Estabas conmigo. Sana, perfecta. Lo demás no importaba.




Tus primeras veces fueron de la abuela, mi madre, y me alegro de ello. Y de ver a tu padre empapándose de cómo desvestirte y volverte a vestir, y luego haciéndolo lleno de dudas y embargado de felicidad.

Llegaste a nuestras vidas tal día como hoy hace dos años. Los dos años más maravillosos y más rápidos de mi vida. 

Porque nunca pensé que pudiese amar tanto. Porque nunca pensé que podría tener tanta paciencia. Porque nunca pensé que lloraría por verte sufrir. Porque nunca pensé que tuviese un límite del dolor tan pequeño contigo.

Porque veo que cada día nos dedicas tus mejores sonrisas y tus abrazos más fogosos. Y porque en tu boca siempre están papá y mamá.

Porque eres lo mejor que hemos hecho en la vida. Porque por tí mataríamos y moriríamos.

Porque eres en el engranaje más pequeño y sofisticado de nuestra familia de tres.

Porque nos queda toda la vida a tu lado y se nos seguirá haciendo corta.

Porque eres nuestra mayor recompensa.

Porque te queremos, así sin más.

"Felicidades C."



miércoles, 13 de abril de 2016

Lo que nadie te cuenta sobre quedarte embarazada

Pues sí. Lo que nadie, nunca, te cuenta.

Cuando te pones al tema, porque deseas un bebé, sólo ves embarazadas por el mundo. Giras la vista a la izquierda... un bombo, a la derecha... otro, y de frente... ¡tres!. Y tú venga a darle al tema y nada de nada.





Y entonces te das cuenta de que, o eres la única en el mundo que no consigue embarazarse, o que la cosa no es tan fácil como la pintan en las pelis: cena, demasiado vino, y zasca, un bombo inesperado.

Empiezas a investigar, y aprendes estadísticas, y probabilidades de embarazos, y son... ¡ridículas!.

Y no es que sean ridículas las probabilidades de embarazos, es que también es ridícula la probabilidad de que un embarazo llegue a término. 2 de cada 3 embarazos acaban en aborto. Natural, diferido... Pero no finalizan con un bebé en brazos.

Sí, estáis pensando que conocéis muchas mamás que nunca han tenido un aborto, y, o simplemente no os han contado que han sufrido uno, dos, o incluso más. Temblad porque la estadística está por algo, así que, ojalá que no, pero puede pasaros a vosotras.

He leído últimamente el libro de Raquel Sánchez Silva, Tengo los óvulos contados. Os lo recomiendo. Explica muy bien cual suele ser el problema real para quedarse embarazada, pero, os lo resumo un poco. No tenemos 25 años. Sí, de los 25 a los 30 es la mejor edad para preñarse.



Tenemos que cambiar nuestra mentalidad por nuestro propio beneficio, salvo algunas mujeres, no solemos tener hijos hasta como mínimo, llegados los 30. Deberíamos plantearnos seriamente el empezar a hablar y conocer más del tema de la congelación de óvulos, sobre todo si no tenemos pareja en ese momento, o sabemos que esa no será la pareja con la que queramos tener hijos.

Cada día hay más mujeres y/o parejas que tienen que utilizar tratamientos de fertilidad, y no es porque en sí tengamos un problema para preñarnos. Es porque... nuestro cuerpo no es igual de receptivo con 25 que con 37. 

Sí, luego habrá mujeres que ni con 21, ni con 27 ni con 33. Pero ese es otro tema.

Cuando hablo con alguna amiga, y me cuenta que ahora no es el momento de buscar un bebé, y que van a esperar a tener un trabajo que ansían, y que tardarán otro año y medio en ponerse al tema, y veo que tiene 35... En mi cabeza empieza a revolotear toda esta información, pero claro, no soy nadie para decirle, "Oye, empieza ya, que a lo mejor, no todo es un camino de rosas".

Por eso escribo este post. Que espero que leáis. Y que os ayude a plantearos muchas cosas.

Y, sobre todo, si sóis de las afortunadas que os preñáis a la primera, en esa noche de cena y vino, o ese viaje tan bonito, tened en cuenta varias cosas que necesitáis saber de las que están tardando o no consiguen embarazarse:
  1. No necesitamos saber que os preñasteis a la primera, ni os regodeéis de ello, porque igual a la chica a la que se lo estás diciendo, lleva 5 años intentando tener un bebé, y se está acordando de toda tu familia.
  2. Porque tú hayas tenido un bebé, no tienes que ir preguntándole a toda pareja que veas, que ellos  cuándo se ponen. Y me remito de nuevo al punto anterior. 
  3. Sí, nos queda claro que estás embarazada de seis semanas, casi como quien dice, acabáis de salir de la cama (sofá, coche...) sudorosos. Pero igual a la persona a la que se lo estás contando, ha tenido algún aborto en la semana 9, 10, 11... Y sólo piensa en lo terrible que es que lo digas tan pronto. Y le recuerda toda la ilusión con la que se tocaba la barriga que ya no existe.
  4. Si de nuevo, ya tienes algún bebé, y tienes alguna amiga, o familiar que no consigue quedarse embarazada, cuidado con el exceso de fotos, videos, o anécdotas de tu retoño. Aunque te quiera, le duele, sufre, seguro. Y puede que ponga una sonrisa porque de veras que se alegra por tí, pero también es seguro, que probablemente luego llore en su casa pensando por qué ella no puede conseguirlo.
  5. Deja de decir que si se relajan, o se van de fin de semana, se preñarán. Las hay que han hecho viajes de más de un mes y vuelven sin embarazo.

En resumen, intentemos empatizar con el resto de mujeres. Porque no solemos contar todo lo que nos sucede a nosotras mismas. Y no sabemos qué pueden estar sufriendo las demás.