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jueves, 17 de noviembre de 2016

El gran peligro de ponerse gafas

De pronto llega el día que te dicen: "Necesitas gafas" y es que tú asumías que poner cara de chino para ver era de lo más normal, pero bueno, mal por mal ahora es una moda Top y en auge, así que tampoco te deprimes demasiado, sólo queda buscar unas gafas supermodernas y que te queden genial.





Ahí comienza nuestro error. Ojo, que sí, que buscar unas gafas monas y que hagan que estemos divinas es importantísimo pero el primer paso es buscar una óptica adecuada. A veces, las que tienen promociones muy exageradas tienen "gato encerrado". 

Tenemos que asegurarnos de que a la óptica a la que vayamos tenga Optometrista que es el que realmente nos debe diagnosticar qué diotrías deben ponernos.




En muchas ópticas con grandes promociones hay mucho dependendiente que se encarga de este tema, algunos incluso sin título para ello, y aquí comienzan los problemas.

¿Cuáles?, os preguntaréis. Laura, se ha prestado a escribir lo que le  pasó a ella:

"Tenía 12 años la primera vez que me puse unas gafas. Dos años después empecé a usar únicamente las lentillas y así fue hasta que comenzó mi vida laboral en la que volví a recurrir a las gafas. 

Decidí acudir a una de esas ópticas con ofertas, ya que la idea inicial era tener unas gafas para darle algo de descanso a la vista. Después de elegir modelo, que me mirasen la graduación y de pagar lo poco que me costaron, empecé a usarlas. Lo que iba a ser darle algo de descanso a la vista se convirtió en un uso constante. Y así llevo un par de años. 




En estos años he tenido problemas musculares varios, algunos de los cuales me han dejado bastante impedida para realizar, ya no solo mi trabajo, si no una vida diaria normal. 

Desde hace unos meses estoy a tratamiento continuo con un osteópata, no por una patología concreta si no por un mantenimiento para encontrarme mejor. 
En una de las últimas sesiones me hizo una prueba para valorar la convergencia ocular, tan sencilla como acercar un objeto y ver a que distancia de la nariz lo ves borroso y a que distancia lo ves doble. Cual fue mi sorpresa cuando esa distancia era mayor con gafas que sin ellas. Sin embargo, fue algo que simplemente comentamos como que podía haber algo que revisar. 

Cuando llegué a la última sesión, tenía totalmente bloqueado el cuello y no podía levantar uno de mis brazos. El osteópata me volvió a realizar dicha prueba y me recomendó que fuese a un optometrista a realizarme una revisión porque era posible que tuviese mal adaptadas las gafas a mis ojos. 

Fue en ese momento cuando recordé que la primera vez que me puse las gafas no veía bien, tenía visión borrosa y me costaba enfocar en ciertos momentos, cosa que comenté en la óptica y que respondieron que era totalmente normal, que necesitaba adaptarme a las gafas. 

Y así fue como acudí a la única óptica en toda mi ciudad que tiene optometrista. Me revisó la vista como nunca lo habían hecho, valoró la graduación que necesitaría y buscó el centro óptico de mis gafas. 

La sorpresa llegó al descubrir que las gafas que estaba usando tenían 0,5 diotrías más de las necesarias y que el centro óptico de las gafas estaba desplazado en ambos ojos, en uno de los cristales hacia abajo y en el otro hacia el exterior, pudiendo esto ocasionar modificaciones de mi postura para adaptarme a estas gafas y poder ver bien. 

En ese momento ni lo pensé, lo más importante es mi salud y decidí por tanto cambiar mis gafas para poder tener unos cristales totalmente adaptados a mí. 




Recomiendo que cualquier persona que necesite utilizar unas gafas se haga un buen estudio antes de comprarlas para que los cristales sean totalmente adaptados a ella, porque como siempre dicen en cualquier carrera de la salud, es necesario un tratamiento individualizado a cada persona y porque al final lo barato acaba saliendo caro." 

Como me explicó Laura, las ópticas esconden muchos peligros, y algo tan simple como unas gafas puede acabar con nuestra postura. Cuidado con vuestra salud, que sin ella, lo perdemos todo.

Si alguien está en proceso de compra de unas gafas, buscad una óptica con optometrista. No ahorréis en salud.


jueves, 20 de octubre de 2016

Cómo el Pilates llegó a mi vida

Pues esta historia puede parecer increíble pero es todo purita realidad y quienes me conocéis en persona sabéis que así es.

Al día siguiente de una operación quirúrgica empecé a padecer un dolor terrible en una costilla. La operación no se acercaba ni de lejos a esa zona por lo que entiendo que al pasarme de camilla (o sino, a saber cómo) alguien sin querer me dio un golpe.

Si pasaba más de hora y media sentada, empezaba a sentir una presión horrorosa en mi costilla, como si alguien me estuviese mordiendo ahí. 

Yo preguntaba a gente y médicos y en general me decían que sí, que pude llevarme un golpe y que los mazados en esas zonas tardan mucho en dejar de doler, así que intenté no darle importancia aunque era muy molesto.




Pero, de pronto, me quedé embarazada y el dolor pasó a ser insoportable. Ahí recurrí a traumatólogos, y nadie me quería ni tocar, estaba embarazada y acercarse a una debe estar prohibido por lo que tuve que padecerlo de forma horripilante. O estaba de pie o estaba tumbada, sentada no podía por más de 10 minutos. 

La tumbona de la piscina de mis suegros me acompañó durante la parte más pesada de mi embarazo. Me la llevé incluso a un Magosto (celebración que se hace en Ourense por San Martin, que es nuestro patrón, en la que nos lanzamos a zonas libres, hacemos hogueras, comemos castañas, asamos chorizos... paro que se me cae la baba).

No veía el día de dar a luz para liberarme de aquel suplicio, pero por otro lado, me aterrorizaba el momento de las contracciones y el de empujar por si mi dolor de costilla me impedía tener un parto decente. 

Ahí mi matrona me disipó dudas y me dijo.... No te preocupes, no se pueden tener dos dolores insoportables en el cuerpo a la vez, uno anula al otro, así que, créeme, no te acordarás de tu costilla... Eso me dejó dormir en paz al fin. Cuánta razón tenía.

Llegó el momento del parto, que acabó en cesárea por otros motivos, y he de decir que mi costilla apenas dio señales durante unos meses.

Hasta que volvió con más fuerza.

Me hicieron una resonancia donde se confirmó mi peor pesadilla. Mi dolor sería crónico, porque, como todo el mundo me decía que esperase, se había calcificado y ya no había forma de arreglar aquello. Me quedaba aprender a vivir con esto.

Empecé a preguntar alguna forma de aliviar el dolor y que fuera soportable o incluso invisible y todo el mundo me repetía la misma palabra: PILATES.



Mi fisio, que me veía semana tras semana y luchaba con mi costilla, me insistía siempre, sólo el PILATES te ayudará. 

Así fue como me decidí.

Busqué un centro de fisioterapia cerquita de mi casa y con clases de Pilates. Sé que hay gimnasios y centros como peluquerías que imparten también esa disciplina pero hay que tener mucho cuidado  con que quien nos dea las clases sea un fisioterapeuta con su curso correspondiente de Pilates, porque cualquier otra persona que no tenga ambos estudios puede provocarnos lesiones peligrosas y era lo único que yo no necesitaba.

Y así fue como mi profe, Laura, llegó a mi vida, y mis compis, María, Ramona, Jovita, y Nancy cuando puede, pasamos a ser el Lado Oscuro de la clase, como nos define la profe, porque además de hacer lo necesario para dejar de sentir dolor, puedes pasártelo pipa.





Beneficios del Pilates:

  1. Corrige y mejora tus posturas. 
  2. Estiras todos los músculos de tu cuerpo y los tonificas, por lo que mejoras tu flexibilidad, elasticidad y coordinación.
  3. Previene y rehabilita lesiones.
  4. Aprendes a trabajar tu suelo pélvico y tu pared abdominal.
  5. Es de lo más recomendado en los embarazos.
Contras del Pilates:

  1. Su precio, en mi caso pago 50€ mensuales por dos clases semanales de una hora cada una. Pero también hay que tener en cuenta que las clases son reducidas, nunca hemos estado más de seis personas por lo que, en cierto modo, es normal que tener un profesional que te pueda corregir la postura constantemente para que hagas bien los ejercicios no puede equipararse a  los precios de otros lugares como los gimnasios con su masificación y probablemente sin todas las titulaciones que te aportan el personal de un centro de fisioterapia.
  2. La disponibilidad en el horario en que se impartan las clases. Porque no son a la carta y en muchas ocasiones no se adaptan a las necesidades de cada persona.
  3. No sirve para adelgazar, sí tonificas pero si lo que quieres es bajar de peso, el Pilates no es lo que tú necesitas.



¿Qué ha cambiado en mi vida?.

Pues, además de la pereza que supone tener que salir de casa con el calor extremo del verano o con el frío cuando estás con la mantilla en el sofá, he de confesaros que la costilla en muy rara ocasión se ha vuelto a pronunciar. Así que cuando me lo recomendaron lo decían con toda la razón del mundo. También es verdad que puedo presumir de rodearme en general de grandes profesionales, y de intentar hacer lo que me mandan porque no olvidemos que lo primero es la salud. Y que, si tienes que convivir con algo, lo mejor es intentar hacerlo de la mejor manera posible.