miércoles, 27 de abril de 2016

Lo que nadie te cuenta del embarazo y el parto

Querer quedarse embarazada es difícil, ya lo sabéis, y quien no lo sepa aún, puede leer el post en el que hablo sobre ello pinchando aquí.

Pero luego, al fin, llega el tan ansiado momento del embarazo, y... ¡te cagas de miedo!. Lo siento, pero esto no se puede decir más finamente.

Primero te cagas de miedo porque a cada momento piensas que algo puede ir mal. Porque no tienes ni idea del tema, o porque hayas pasado malas experiencias. Pero todo eso hace que tengas el corazón en un puño al menos hasta la primera eco en la que te confirmen que todo va bien, que suele ser la de las 12 semanas.



Qué tres meses más largos, ¡por Dios!.

Luego llega ese momento de semitranquilidad en el que te empiezan a agobiar cuando te preguntan en alguna revisión...¿ya notas al bebé?. Einsssss. Pues no. Hala. Ya estás cagada de miedo de nuevo.

Este cague puede durarte poco, o como a mi, la friolera de un mes y algo hasta que la Patatita se dignó a hacer acto de presencia.

Ya por la mitad del embarazo, si llega el verano... Te cagas más todavía. El año del embarazo de la Patatita, fue verano en mi organismo hasta el 30 de noviembre que nació ella, y siguió casi un mes más. Me da calor sólo de recordarlo.

¡Qué maravilloso es estar embarazada!. ¡Y una mierda!. Levántate a mear por lo menos 17 veces cada noche. Pierdes tu centro de gravedad. No puedes ponerte en la postura que te apetece, porque, aunque jamás en la vida hayas querido estar boca abajo, justo cuando no puedes, es cuando vas a querer ponerte boca abajo, e intentarás diseñar alguna forma de hacerlo, como poniendo cuatro cojines dejando un hueco en medio, por ejemplo.



Por cierto, que nadie os cuente milongas. Un embarazo dura diez meses, no nueve. Los diez meses más largos de tu vida si eres primeriza. Dicen que cuando vas por el segundo se te pasan volando, pero con el primero.... en vez de diez meses parecen diez años. Un horror.

Y luego llega el día del parto. Yo me negué a pensar en ese día antes de tiempo. Nunca le tuve miedo a ese momento... Hasta que llegó. Ahí me volví a cagar de miedo.

Luego tienes por fin a tu churumbel en brazos y se te pasan todos los miedos. Tienes un subidón impresionante. Y no puedes dejar de observar a esa persona tan chiquitina que tienes en brazos y piensas... ¡No hay cosa más bonita en el mundo!. ¡Coño! Y lo peor es que se lo dices a cualquiera que pase por tu lado, ya sea paciente, enfermera, auxiliar, pediatra, gine, limpiador... ¡¡¡¡Qué cosita más bonita!!!!. Y todos dicen, ¡síiiiii!. Mentirosos.... Luego con el tiempo ves las fotos de tu peque de aquel día, recién nacida... ¡Qué cosa más fea por dios!. Ahora sí que es bonita, y no cuando nació...



Y llega el día que llegas a tu casa, y estás abriendo la puerta de casa, y, te cagas de miedo de nuevo. Ahí sola con tu pareja y tu peque. ¿Y lo harás bien?. ¿Sabrás que necesita?. ¿En qué momento me metí en este lío?. Este último ataque de pánico es el más corto de todos. Dura minutos.  Porque al ratito te das cuenta de lo inmensamente feliz que eres de haber conseguido ese sueño que, puede ser, tanto te haya costado. Y que al fin, tu familia de dos, ahora es de tres.



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